Llevo catorce años tomando pastillas para la depresión he acudido al psiquiatra y al psicólogo del parque Lisboa de los castillos y solamente un profesional ha sido capaz de quitarme las pastillas para dormir lorazepam y lormetazepam también tomo éxitolotlán que cuando dejo de tomarlo me pongo como una loca pero todavía el profesional insiste en que me la tengo que quitar. También tomo rivotril porque tengo una enfermedad meningitis crónica neutrofilica se me quedan los dedos de los pies los dedos de las manos dormidos y tengo mucha torticulis el psicólogo quiere que me quite esas pastillas porque son muy fuertes pero no me da una solución no me da otra pastilla para esos dolores que yo tengo conclusión que llevo 13 años yendo al psicólogo y no me han solucionado nada nefasto. El traumatólogo me dice que se lo digan neurólogo el neurólogo me dice que se lo diga al psicólogo el psicólogo me lo dice que se lo diga al psiquiatra y así se van pasando unos a otros pero yo sigo con mi ansiedad y con mis pastillas

Los profesionales qué a mí me han atendido son excelentes, es cierto que hay que conectar y eso en muy importante. Lo pésimo, pésimo es la atención telefónica. Intento cambiar la cita por COVID, y no hay manera.

Ahí no existe telefono, si alguna vez te lo cogen que es rarìsimo, tienes que darle explicaciones de lo que te pasa a la srta de seguridad, yo notengo que explicar mi vida a nadie que no sea profesional... en general funciona fatal. Veo poco interés yen el tiempo que estás no paran de mirarse el reloj.., para mi, estas estigmatizada, no te trsatan como a una persona normal, y yo padezco de ansiedad y depresión.. lamentable. Cualquier dia me presento con una cámara de tv...lo comente en el hospital y un psiquiatra, sino estoy conformare que lo pague, rastrero a mas no pider.

Pues lo dicho, que el centro que está en la Avenida de Lisboa (o parque Lisboa) podría mejorar bastante. Mi padre va allí por un tema de brotes psicóticos, ya que trabajan con la mutua de fraternidad muprespa. Lleva tres meses y está mejorando. El problema gordo que tiene el centro es la atención telefónica, es un desastre absoluto, veo que se queja mucha gente de lo mismo. Te puedes pasar la mañana llamando a su teléfono de centralita el 914880981 y no responden, no hay manera de concertar las citas. Para mi eses es el principal problema, ya que a nivel profesional tanto los psicologos que han atendido a mi padre como el psiquiatra creo que son buenos profesionales y le están ayudando mucho, ya digo que mi padre en solo tres meses se le nota el cambio gordo que está pegando, tiene muchos menos brotes y cuando los tiene son mas suaves, toda la familia estamos muy contentos y confiamos que el tratamiento siga avanzando asi de positivamente

Ayer acompañé a mi hijo (paciente) al centro. Tenía hora a las 2h15 pm. Al final de su consulta su médico me llamó para hablar. Apenas tuve tiempo. En ese breve espacio sus compañeros de trabajo le llamaron para decirle que ya era la hora de salida de una forma bastante insistente, para que me quedara bien patente. No tuve tiempo de decirle lo que me parecía podría interesarle como médico de mi hijo, seguí intentando hablar mientras él se levantaba y me señalaba la puerta. Salió delante de mí, y yo seguí hablándole por el pasillo aunque iba dos pasos por delante de mí, dándome la espalda. Sin responderme ya en la sala de espera de la entrada le dio a mi hijo las recetas de un nuevo medicamento y la cita hasta dentro de un mes y se marchó. No estoy ni medianamente satisfecha con las formas. Intento ser comprensiva con los problemas de índole laboral que tienen los centros médicos, pero eso no debe influir en la relajación del trato a los pacientes y sus familiares y más cuando hablamos de enfermedades mentales. Reclamo una atención adecuada en todo momento por escaso que sea el tiempo de dedicación, como familiar que convive con el paciente, tengo mucho que aportar al médico y más, cuando entre consulta y consulta pasa tanto tiempo de desatención médica. Marta Calvo En otro orden de cosas, quiero informar que siempre que estamos en la sala de entrada, esperando que nos llamen, (veinte o veinticinco minutos aprox.) tenemos que escuchar una interminable conversación de índole doméstica a la vigilante jurado, que no solo no se dedica a sus funciones en esos momentos, sino que ocupa una línea telefónica que pagamos entre todos los usuarios. No hablemos de lo poco que nos importa su vida y la de sus nietos. La imagen también cuenta.