El motivo de la consulta fue recabar una segunda opinión sobre un tratamiento de la especialidad de la doctora. Esta razón fue claramente especificada por la paciente en la primera consulta. El motivo de la consulta es que el tratamiento principal no termina de resolver el problema (dolores agudos y frecuentes) de la paciente. El rol de segunda opinión fue admitido por la doctora o al menos no rechazado, si bien en algún momento de la primera consulta la doctora preguntó si esa segunda opinión iba a transformarse en el tratamiento principal. Se realizó una ecografía. En la segunda consulta la doctora estaba recetando una segunda ecografía de seguimiento. La paciente informó a la doctora de la situación del tratamiento con el medico principal. Entonces se desató una reacción airada, maleducada y completamente falta de ética por parte de la doctora, al retener la ecografía que en ese momento estaba recetando para investigar el estado de la paciente y presionar a la paciente con mala educación y malos modos para que pasara a ser paciente de esta doctora y dejara de asistir al medico principal. Este comportamiento es grave y muestra una clara falta de ética profesional. Si la doctora no quería dar esa segunda opinión, bastaría con haber anulado la cita por su parte sin someter a la paciente a la retención inadmisible de una prueba diagnostica ni presionarla de un modo tan maleducado. De este modo se ha embolsado dos consultas, una de las cuales en realidad no ha tenido carácter medico sino de presión a la paciente. La paciente es mi pareja y aunque ella prefiere olvidarse, yo continúo intentando convencerla para realizar la correspondiente queja a la compañía aseguradora y estudiar la conveniencia de efectuar una denuncia formal al colegio de médicos o a quien corresponda, denunciando la falta de comportamiento ético por parte de esta doctora. Evidentemente tanto mi pareja (que está enterada del presente escrito) como yo aconsejamos no asistir a esta consulta